He tenido el privilegio de conocer una Mallorca pocas veces mostrada al turista. La de las casas maravillosas, mediterráneas siempre pero distintas, sorprendentes, elegantes. En  Mallorca se recibe muy bien porque se vive muy bien. Quizás por eso sus tiendas de decoración son magnificas, de nivel similar al de Nueva York, donde vivo, París o Milán. Busquen también en sus mercadillos, con gangas más que apetecibles, o en los rastros, pero busquen. En Mallorca lo divertido es buscar.

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Capricho.
 

Pasar las navidades últimas en Es Canyar, la casa mallorquina de mi madre, rodeada de mis amigas del internado suizo.